CIEN AÑOS DE SOLEDAD
La historia empieza con un homre que
tal vez haya acabado de nacer y se ve como pierde a sus padres de
niño y tiene que vivir con alguien que para él nunca llegaron a ser
padres y se sentía solo. Va creciendo y hace amigos lo que tarde o
temprano se da cuenta de que prefiere estar solo ya que le dejan solo
o les hace algo que a él no le gusta.
Muchos años después, frente al
pelotón de fusilamiento, el coronel aureliano Buen Día, había de
recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el
hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y
cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que
se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes
como huevos prehistóricos.
Aquel recuerdo le creó una gran
tristeza ya que recordó a su padre a quien estaba muy unido antes de
morir, recordaba cuando vio el hielo por primera vez y lo feliz que
estaba, se encontraban en una pequeña cueva helada al lado del mar,
ese lugar era especial y nadie lo conocía, recordó luego cuando él
murió y lo solo que se sentía lo que hizo que cayeran lágrimas de
sus ojos. Recordó que su padre siemrpe le dijo que nunca se rindiera
y eso le hizo pensar. También recordó el resto de su vida, como si
fuera ya el momento de su muerte.
Después, vovió a centrarse en el
presente y en lo que estaba viviendo en estos momentos levantó la
voz y hizo un trato con los que le querían fusilar e hizo un trato
con ellos.
Pasó un mes y el coronel pudo realizar
su trato el cual consistía en traerles oro, lo consiguió a través
del nuevo invento que los gitanos trajeron al pueblo, el imán. Pero,
el oro el cual les dió no era todo lo que se encontraba en el
pueblo, como él primetió darles, les dio una cuarta parte, el resto
se utilizó en lso arreglos de aquel pueblo, el cual su padre y él
admiraban.
García M, 6. (1999). Cien años
de soledad, Ed. El Mundo, Madrid